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ARTICULO: ¡LLAMADOS A DEFENDER LA FAMILIA!

Por el Lic. Carlos Caballero

“La familia es una comunidad de amor donde aprendemos a relacionarnos con los demás y con el mundo” Papa Francisco

Alguna vez alguien dijo, que una verdadera política para la infancia era una política de familia. Aquellos que trabajamos con niñas y niños reconocemos fuertemente la necesidad y la importancia que tiene la familia en el crecimiento y desarrollo integral.

Claramente la familia ocupa un lugar clave en la socialización de la infancia y todas las instituciones buscan estrategias para trabajar en forma conjunta con la familia e incorporarlas a las distintas prácticas socioeducativas que desarrollan.

Pero no solamente la familia es importante y necesaria en la vida de niñas y niños, sino que además constituye un derecho reconocido por la Convención de los Derechos de los niños “derecho a vivir en familia”. Y en la Ley 26.061 (LEY DE PROTECCION INTEGRAL DE LOS DERECHOS DE LAS NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES) se establece en el artículo 4° a “Fortalecimiento del rol de la familia en la efectivización de los derechos de las niñas, niños y adolescentes”, en el artículo 7° “La familia es responsable en forma prioritaria de asegurar a las niñas, niños y adolescentes el disfrute pleno y el efectivo ejercicio de sus derechos y garantías” y en el artículo 10°  “Las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a la vida privada e intimidad de y en la vida familiar”.

Por lo tanto, el abordaje familiar y su participación activa en los espacios infantiles no solo representan un espacio que promueva el desarrollo saludable, sino que además es una exigencia y responsabilidad en garantizar el efectivo cumplimiento de los derechos de niñas y niños.

Ahora bien, hasta acá es probable que todos aceptemos y asumamos el desafío de trabajar con las familias y vayamos orientando nuestras prácticas socioeducativas en torno la incorporación familiar. El problema se presenta al menos en dos situaciones concretas:

  1. La mirada que tenemos sobre la familia
  2. El lugar que le damos a la familia

Sobre la mirada que tenemos en torno a la familia generalmente los espacios socioeducativos suelen poner el acento en los aspectos negativos (no participan, no educan, no ponen límites, etc) y se sigue mirando a la familia a partir de un modelo cultural instalado (madre, padre, hermanos) lo que denominamos en general familia clásica.

Es necesario no hablar más de “familia” sino de “familias”

Esta doble mirada hace que en general cueste hacer empatía con la familia y su participación resulte dificultosa y errática. Por lo tanto, el segundo punto señalado anteriormente hace que el lugar que generalmente le damos a la familia dentro estos espacios sea solo un espacio formal, más orientado a cumplir con algunas exigencias programáticas y/o curriculares, que a una verdadera “convocatoria” a ser parte un proyecto.

Por todo esto creo que es necesario no hablar más de “familia” sino de “familias”; no podemos seguir pensando en un modelo de familia, sin reconocer que, así como hay distintas formas de ser niña/niño, hay distintas formas de ser familia (ensambladas, homoparentales, monoparentales, de adopción múltiple y tantas otras), y que cada una de ellas tendrá una particular forma de organizarse y de vivenciar esa “comunidad de amor” que habla el Papa Francisco.

Debemos separar entre, los que algunos teóricos denominan la estructura familiar (conformación) y la dinámica familiar (roles, comunicación, limites) y poner nuestra mirada precisamente sobre las dinámicas familiares donde se desarrolla la vida de las niñas y los niños.

Por lo tanto, ya no podemos pensar en la familia monolítica y rígida desde donde emanan ordenes inequívocas y de cumplimiento obligatorio; las nuevas familias no son eso, con lo cual también deberemos estar preparados para acoger, contener y promover esos nuevos estilos familiares.

La familia se defiende y promueve cada día

Volviendo a miradas y lugares que tenemos sobre la familia es preciso comprender:

  1. Que la familia como institución está en crisis (como todas las instituciones) y por lo tanto debemos acompañar los procesos más que juzgar los comportamientos. Y que en general las familias buscan lo mejor para sus miembros, aun cuando puedan equivocarse
  2. Que es necesario dejar de mirarlas desde la negativa y entender que hay nuevas formas de comprometerse, poner límites, educar, ser familia.
  3. Que la participación de las familias no está por fuera de nuestras prácticas, sino más bien es condición necesaria en el proceso socioeducativo de cada niño y niña. Y la participación familiar debe ser activa y protagónica.
  4. Que las nuevas formas de ser familia enriquecen nuestra cultura, nuestras sociedades. Mejoran nuestro mundo.
  5. Que la clave de la familia no está en sus formas sino en sus objetivos que siguen siendo la promoción, el cuidado y la defensa de la vida, brindar la seguridad afectiva, promover la realización personal de cada uno de sus miembros y facilitar su socialización.

No es con marchas, declaraciones y fundamentalismos que defendemos la familia. La familia se defiende y promueve cada día y en cada espacio (social, religioso, político, estatal) cuando nos comprometemos y colaboramos para que pueda ser lo que está llamada a ser “familia”.

 

Carlos Caballero es Presidente de la Asociación Civil GES