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QUÉ HAS HECHO

“¿QUÉ HAS HECHO?, ¡LA VOZ DE LA SANGRE DE TU HERMANO CLAMA DESDE EL SUELO!»

(Gn 4,10)

Hace unos días atrás, dos acontecimientos violentos ocurrieron en diferentes ciudades de nuestro país, en ambos estuvieron involucrado niños y en ambos el desenlace fue la muerte sangrienta de los dos niños. Estos dos hechos de violencia se repiten con mayor intensidad y frecuencia a lo largo de todo el territorio nacional.

Facundo tenía 12 años y fue asesinado por la espalda en manos de un policía de Tucumán, Cristian tenía 18 años y fue literalmente linchado y asesinado por una turba de vecinos de Mendoza enfurecidos. Muchos podrán decir que los muertos eran delincuentes, pero esta situación no hace que Facundo y Cristian dejen de ser niños o adolescentes y que como sociedad nuestra responsabilidad es cuidarlos, educarlos, corregirlos, pero nunca matarlos.

La respuesta social poco tuvo que ver con la justicia y estuvo más orientada motivada por el cansancio, el enojo y la venganza

Frente a esta situación de muerte violenta, quienes trabajamos en la defensa y promoción de los Derechos de niñas, niños y adolescentes no podemos hacernos los distraídos o dejar pasar estos acontecimientos como si se tratará solo de un suceso delictivo. Debemos ser capaces de alzar nuestra voz, de exigir explicaciones y defender con claridad y valentía el primer derecho que asiste a cualquier persona (especialmente a niños, niñas y adolescentes) que es el Derecho a la Vida.

Si hacemos un análisis sintáctico de la oración: “un niño delincuente fue asesinado”, no debemos de olvidar que en el caso de “delincuente” es modificador directo, pero que el sujeto sigue siendo el “niño”; por lo tanto, lo que fue asesinado fue el sujeto sin haber echo nada para modificar el modificador directo “delincuente”.

Es sorprendente como desde las redes sociales la población se ha pronunciado celebrando y apoyando el asesinato de ambos niños/adolescente; es increíble que se considere un acto de justicia matar en forma violenta sin que haya mediado juicio o posibilidad de defensa; es preocupante que la muerte de dos niños no haya generado un rechazo generalizado, sino por lo contrario haya habido una aprobación social. La respuesta social poco tuvo que ver con la justicia y estuvo más orientada motivada por el cansancio, el enojo y la venganza.

Es indígnate y nos debe llenar de preocupación la postura del Estado frente a estos acontecimientos; se habla de una nueva doctrina, se dice que “disparar o no por la espalda, depende de la situación. Es un detalle”, se establece que ante un acto delictivo primero hay que disparar y después preguntar. Esta “nueva doctrina” es tan nueva como la nueva doctrina social de “justicia por mano propia”. Y es tan nueva que nos lleva a la etapa del pre-estado; es tan nueva que nos conecta directamente con el “lejano oeste”; es tan nueva que nos vincula directamente con la ley de la selva.

Estamos corriendo el riesgo de no reflexionar, de no analizar, de no pensar con claridad y profesionalismo

La perspectiva propuesta por funcionarios y por un sector importante de la sociedad nos lleva incluso a un estado anterior de la Ley del Talión, porque aun con las deficiencias jurídicas de ese principio de justicia, al menos el castigo era proporcional al delito (ojo por ojo, diente por diente); en este nuevo escenario y tomando como ejemplo las muertes de ambos niños la relación fue: celular por vida; fuga por vida.

Este nuevo escenario doctrinal y social establece por lo tanto una nueva categoría de hombre (especialmente de niño); nos encontramos según las autoridades y un sector importante de la sociedad frente a lo que Giorigio Agamben [i] denomina HOMO SACER: “individuo que ha sido juzgado por el pueblo debido a un delito cometido por él, pudiendo darle muerte cualquiera sin ser considerado homicida”.

Si seguimos la lógica de esta nueva doctrina, existe un sector social a los que podemos considerar no-ciudadanos o ciudadanos de menor cuantía, a los cuales el “soberano” (por mano propia o por quienes lo representan) pueden hacer muda esa vida y exterminarla sin que esto se considere delito y sin la posibilidad que se reclame justicia por esta vida asesinada.

Estamos avanzando por un sendero peligroso buscando dar mensajes y respuestas efectistas a una situación compleja y multicausal como es el delito y mucho más cuando hablamos de niños, niñas y adolescentes los autores de actos delictivos. Estamos corriendo el riesgo de no reflexionar, de no analizar, de no pensar con claridad y profesionalismo; estamos ante la posibilidad real de caer en la tentación de actuar solo dando respuesta populista y demagógica.

La vida de un niño/adolescente no es negociable

El tema del combate contra la delincuencia corre el riesgo de convertirse en un Circo Romano: [ii]Por casualidad, a mediodía asistí a una exhibición, esperando un poco de diversión, unos chistes, relajarme… Pero salió todo lo contrario… Estos peleadores de mediodía salen sin ningún tipo de armadura, se exponen sin defensa a los golpes, y ninguno golpea en vano… Por la mañana echan los hombres a los leones; al mediodía se los echan a los espectadores. La multitud exige que el victorioso que ha matado a sus contrincantes se encare al hombre que, a su vez, lo matará, y el último victorioso lo reservan para otra masacre. Esta clase de evento toma lugar estando casi vacías las gradas… Al hombre, sagrado para el hombre, lo matan por diversión y risas.”

Es necesario parar con esta locura de muerte, es necesario que hagamos una profunda reflexión y análisis sobre lo que estamos haciendo; es urgente poner un freno a la locura de la “nueva doctrina”; es importante repudiar todo tipo de justicia por mano propia.  La venganza no es el camino, “Vengándose, uno se iguala a su enemigo; perdonándolo, se muestra superior a él”[iii].

La muerte y especialmente la muerte de un niño no puede ser el precio que la sociedad pague para solucionar el tema de la delincuencia y la inseguridad.

Niños, niñas y adolescentes, aún con sus modificadores directos, siguen siendo sujetos de derechos

La vida de un niño/adolescente no es negociable; no podemos dejar de repudiar y exigir justicia por esas muertes. Esto no nos pone en la vereda de enfrente de quienes han sufrido situaciones de violencia, delito e inseguridad; por lo contrario, nos hace capaces de hacer empatía frente esas situaciones de dolor; porque quienes acompañamos la vida de tantos niños, niñas y adolescentes atravesados por el dolor y la injusticia podemos comprender el dolor del otro.

Es necesario que las autoridades de todos los niveles (nación, provincia y municipios) y de todos los poderes del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial) dejen de jugar al gran bonete y cumplan con lo que se comprometieron a la hora de asumir sus funciones como servidores públicos. Ni uno de ellos es comentarista de la realidad; tampoco deben ponerse en un lugar u otro de la calle. Deben asumir su responsabilidad política y dar respuestas efectivas y eficaces para resolver los múltiples problemas sociales y económicos que tenemos.

Pero nunca y bajo ninguna circunstancia aceptaremos que la vida (especialmente la de un niño) sea variable de ajuste u ofrenda sacrificial de dioses paganos que exigen justicia. Niños, niñas y adolescentes, aún con sus modificadores directos, siguen siendo sujetos de derechos y es responsabilidad del Estado y corresponsabilidad de la sociedad garantizar todos y cada uno de esos derechos.

Carlos Caballero es Presidente de la Asociación Civil GES

[i] Giorgio Agamben (Roma, 1942) es un filósofo italiano

[ii] Extracto de Séneca sobre los gladiadores

[iii] Sir Francis Bacon (1561-1626) Filósofo y estadista británico