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CON MOTIVO DEL DÍA DE LA MEMORIA, LA VERDAD Y LA JUSTÍCIA

TODO ESTÁ GUARDADO EN LA MEMORIA, SUEÑO DE LA VIDA Y DE LA HISTORIA

El 24 de marzo el calendario oficial de feriados establece que ese día se conmemora el “Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia”, sin embargo para los argentinos y para la humanidad, ese día es mucho más que un día marcado en rojo en el almanaque y más profundo que las palabras que señalan el motivo del feriado.

Es un día que no cabe en el almanaque y son palabras que no acaparan todo el sentido que ese día tiene en nuestra memoria social. Es sin dudas un Kairós (καιρός) en nuestra vida, un acontecimiento bisagra, un antes y un después en nuestra experiencia de pueblo y de nación.

Así comenzó ese fatídico 24 de marzo de 1976: “Comunicado Nº 1: Se comunica a la población que, a partir de la fecha, el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta de Comandantes Generales de las FF.AA. Se recomienda a todos los habitantes el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas que emanen de autoridad militar, de seguridad o policial, así como extremar el cuidado en evitar acciones y actitudes individuales o de grupo que puedan exigir la intervención drástica del personal en operaciones.” Así, con estas palabras (grabadas en la memoria), se comenzó a contar la historia sangrienta, criminal y nefasta de nuestra vida.

Han pasado 42 años y todavía siguen resonando esos comunicados, esas marchas, esos tiros, esos gritos desgarradores, esos llantos de niños robados, esos silencios que lastiman de los que ya no están y nunca más volverán a estar, pero sin embargo, siguen estando y los seguimos oyendo.

Pero, ¿qué nos pasa como pueblo cada 24 de marzo? ¿Qué sentimientos, vivencias, recuerdos nos movilizan? No es llamativo que a ese día hayamos decidido llamarlo de la MEMORIA. ¿Acaso el resto de los acontecimientos patrios no deberían ser de la memoria?, ¿acaso el 17 de agosto no recordamos al Padre de la Patria, y cada 20 de Junio a nuestra Bandera y a su creador? Tal vez recordar no es hacer memoria, tal vez, cuando el dolor y la muerte son tan fuertes que todavía duelen, no alcanza con recordar y es preciso hacer memoria.

La palabra memoria viene del latín memoria, formada a partir del adjetivo memor (el que recuerda), y el sufijo –ia usado para crear sustantivos abstractos y que también dio el verbo memorare (recordar, almacenar en la mente). Según Pokorny[i] del verbo memorare viene la misma raíz indoeuropea *(s)mer, que a través del griego dio mártir, entendiendo al mártir como un testigo que daba testimonio de su fe aún después de su muerte.

Desde esta perspectiva etimológica, el día de la MEMORIA es mucho más que hacer recuerdo de un acontecimiento histórico, es recordar (recordari = volver a pasar las cosas por el corazón[ii], individual y colectivamente), también es almacenar (al-mahzan = guardar, proteger[iii]) en nuestra memoria (individual y colectiva) y fundamentalmente conmemorar (meter en la mente/corazón completamente) a los mártires que siguen presentes dando testimonio de su fe y su entrega aún después de su martirio.

Es un acto de religiosidad laica, que al hacer memoria no solo recuerda sino que “hace presente” “actualiza”, en una acción simbólica, el acto martiriológico y sacrificial de los torturados y desaparecidos y la noche más oscura y larga de nuestra historia.

Pero la memoria también es una capacidad humana y, por analogía una capacidad social; y es una de las funciones más importantes de nuestro cerebro, la cual es ocasionada por la conexión sináptica de las neuronas, por lo tanto, siguiendo la analogía entre memoria humana y memoria social, esta última solo es capaz de producirse si existe, se mantiene y refuerza la conexión “sináptica” de los ciudadanos y ciudadanas que se resisten a olvidar y que en cada acto reivindicatorio y en cada 24 de marzo vuelven a recordar.

Como función humana, pero también como función social, la memoria no es completa ni absoluta, pero aun así es clave para la supervivencia individual y social; es clave para la supervivencia del pueblo, si no somos capaces de recordar el pasado, difícilmente podamos operar en el presente y mucho menos proyectarnos al futuro.  “Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos” escribía Jorge Luis Borges .

Siguiendo con la comparación entre la memoria humana y la memoria social, podemos decir que existen distintos tipos de memoria, pero a los fines de esta reflexión podemos hablar de una memoria a corto plazo y una memoria a largo plazo. La primera permite retener la información por un lapso limitado de tiempo y responde a lo que nos rodea y una memoria a largo plazo, que nos permite almacenar permanentemente la información. Dicha información está fuera de nuestra conciencia, pero puede ser convocada / evocada cuando sea necesario. Ambas memorias son necesarias e imprescindibles para poder vivir.

La memoria social de corto plazo nos debe dar la agudeza para poder ver los 24 de marzo cotidianos que nos rodean. Nos tiene que permitir ver, denunciar y comprometernos en los nuevos desaparecidos y silenciados de hoy, los excluidos del sistema, las víctimas de la trata, los esclavizados por las drogas, los que viven en la calle, los que se quedan sin trabajo, las que son víctima de la violencia de género, a los que se les quita la oportunidad de estudiar, y a la lista se agregan cientos y miles de situaciones de exclusión. En ellos, la lucha de los 30 mil desaparecidos sigue presente, porque siguen vigentes las mismas injusticias del sistema opresor a la que ellos enfrentaron.

Y la memoria social a largo plazo es la que nos ayuda a no olvidar, a evocar, a hacer presente ese día, esa lucha, esos ideales porque como dice Adolfo Pérez Esquivel “un pueblo que no tiene memoria es un pueblo condenado a ser dominado”.

Es necesario que tengamos en cuenta que al igual que la memoria humana, la memoria social (colectiva) también puede enfermarse y cuando eso pasa vamos perdiendo nuestra consciencia de pueblo y nuestro sistema social comienza a degradarse, ya no hay sinapsis comunitaria y sin ésta comenzamos a perder el rumbo, a desorientarnos, a destruirnos y caemos en la terrible posibilidad de repetir la historia.

Por eso es importante que como sociedad revisemos como está nuestra memoria a corto y largo plazo; que nos fijemos realmente si nos hacemos cargo de los marginados de hoy y los desaparecidos de ayer, si los ideales de justicia, verdad, solidaridad, inclusión por aquellos que dieron la vida hace 32 años, son los ideales por los que nosotros damos la vida cada día.

Necesitamos superar los sentimientos de odio, venganza, revanchismo e indiferencia, que tanto mal nos hacen como sociedad. El 24 de marzo es de todos y es de nadie, es memoria popular, es búsqueda sincera de la justicia y de la verdad, es nueva posibilidad y nuevo comienzo.

Carlos Caballero es Presidente de la Asociación Civil GES

El 24 de marzo claramente no es un día más dentro de nuestro calendario de feriados, es un día clave para resignificar nuestra historia, organizar nuestro presente y proyectar nuestro futuro. Es un día de reflexión, de pensamiento crítico, de profundo examen de conciencia.

Cada 24 de marzo debe darnos a todos los argentinos, la posibilidad de comenzar a escribir nuestra historia, con los mártires de ayer y con los excluidos de hoy; para que realmente esa sangre derramada no haya sido en vano, sino que sea riego fecundo, para que florezca una patria de hermanos.

 

 

 

 

 

[i] Julius Pokorny (1887-1970), estudioso de las lenguas celtas, especialmente el irlandés, y un defensor del nacionalismo irlandés. Ocupó cargos académicos en universidades austriacas y alemanas

[ii] Del Latin Re-Cordis que significa volver a pasar por el corazón

[iii] Vocablo Arabe que significa guardar -proteger