Tres años del Hogar Apapachar
¡HITOS QUE VAN HACIENDO HISTORIA!
Tres años del Hogar Apapachar
Hoy es uno de los días más importante en mi vida y en la vida de todos los que formamos GES. Hoy se cumplen exactamente 3 años que nuestras vidas se encontraron con la vida de 13 niñas y niños generosos y dispuestos a amarnos y dejarse amar. Fue el primer hito trascendental en nuestro caminar personal e institucional.
Fue nuestro comenzar a abrazarnos teniendo la certeza que pase lo que pase, el amor que nos une a cada niño y niña que ingresa a “Apapachar” o egresa de él y, el compromiso ético de los que formamos parte del hogar (educadores, equipos técnicos, voluntarios, referentes afectivos, amigos y las autoridades de GES) harán que no descansaremos hasta que las heridas de esas vidas que recién empiezan, sean sanadas; que lucharemos con todas nuestras fuerzas hasta que sus derechos sean restituidos y fundamentalmente, pondremos nuestra vida para que sean felices a pesar de todas las adversidades que tengan que enfrentar.
Nuestra historia se va construyendo de a poco, vamos creciendo junto a nuestr@s niñ@s y como todo crecimiento está lleno de logros, avances y desafíos; pero no está exento de caídas, miedos y dolores. Por eso hoy, al celebrar estos primeros e intensos 3 años, quiero compartir con todos, aquellos hitos que hicieron nuestra historia. Porque al igual que en la infancia existen hitos de desarrollo y que son claves para la madurez y el crecimiento, también en nuestra historia hubo hitos (situaciones, personas y acontecimientos) que significaron un antes y un después en nuestro ser “Hogar” y no cualquier hogar; porque en definitiva nuestro nombre “Apapachar”, también hace a nuestra identidad, un hogar que sea capaz de abrazar con el alma.
Sería imposible relatar todos los hitos de estos tres años, por eso solo voy a compartir algunos, dejando abierto para que los que somos parte de Apapachar podamos pasar por nuestros corazones tantos otros hitos.
Algunos hitos que hicieron nuestra historia:
Nuestra llegada al hogar
Después de meses de reuniones, gestiones, encuentros y desencuentros el 1° de abril a las 6,30 hs nos hicimos cargo del hogar. En ese momento 7 niñas y 6 niños vivían en el hogar y comenzamos a conocerlos y quererlos y como siempre, ellos nos fueron indicando el camino.
Las condiciones no eran las mejores, media casa sin luz, sin teléfono y con deterioros en el edificio y mobiliario; además de la necesidad de acelerar procesos de egresos y poner al día y de pie el hogar.
Al finalizar la extensa jornada nos quedaba claro que el camino sería arduo, que deberíamos trabajar duro, pero que ya no había marcha atrás.
Los abrazos y besos de despedida de esa noche y el ¿nos vamos a ver mañana? de cada uno de ellos, nos dio la fuerza y la esperanza necesaria para ya no mirar lo que faltaba, sino que a partir de ese momento nuestro corazón comenzaba a latir al ritmo del corazón de cada uno de ellos y la certeza que si ellos, con todo lo doloroso que habían vivido en sus cortas vidas, podían confiar y tener esperanzas, nosotros teníamos la responsabilidad de no defraudarlos.
Los primeros ingresos
A poco de andar, el hogar comenzó a crecer y a llenarse de nuevas vidas e historias con necesidad de ser abrazadas. Y si bien cada ingreso en estos 3 años significó un momento único para nosotros, esos primeros ingresos marcaron nuestra historia, por el dolor y peso de sus historias y por lo que cada uno de esos primeros ingresos nos enseñaron.
En mayo ya eran 20 los niños y niñas que compartían nuestras vidas. Entre ellos, nuestro primer bebé que, con apenas 45 días de vida llegaba a nosotros con necesidad profunda de ser apapachado y de que pudiéramos compensar el abandono de nacimiento; pero el que terminó apapachándonos fue él que, con su sonrisa permanente, su pachorra y su ternura infinita nos abrazaba y nos enseñó que aun cuando la historia no empieza bien, siempre hay que confiar y amar. Antes que terminara mayo otro bebé de apenas 4 meses llenó de ternura nuestro hogar, él venía con la marca del maltrato y la violencia marcada en su cuerpo y hubo días enteros que tuvimos que pasarla en el hospital para cuidarlo, nuestros abrazos y mimos tenían que curar sus heridas físicas e internas, pero él nos enseñó a luchar, era un guerrero de la vida, dispuesto a salir siempre adelante, y el hito de los primeros ingresos se completa con dos grupos de hermanos que ingresaron para ser abrazados; uno de esos grupos integrado por una nena y dos hermanos, ella, una leona que cuidaba y defendía a sus hermanos con todas sus fuerzas, aun a costa de poner su cuerpo, con muchas limitaciones, pero con unas ganas enormes de superarse, de aprender y el otro grupo eran dos hermanos que vivían en la calle con apenas 4 y 2 años y a quienes nadie fue a buscar o reclamar jamás y fueron el signo más claro de la resiliencia, de la decisión de vencer a la adversidad.
Esos primeros ingresos terminaron de confirmar que ese era nuestro lugar, que nuestras vidas personales y profesionales tenían razón de ser, ahí con ellos y que, para GES, la vida de la infancia vulnerada en sus derechos iba ser definitivamente su prioridad.
Los primeros egresos
Cuando nos propusimos hacernos cargo del Hogar teníamos claro 2 cosas, una era hacer todo lo que estuviera a nuestro alcance para que los chicos que vivieran en él fueran felices, cuidados, respetados, garantizando y defendiendo sus derechos. Y lo otro que teníamos claro era que el lugar de ellos era estar con una familia y que debíamos trabajar mucho para que su paso por el hogar no sea largo y, aunque eso no dependía de nosotros, sí nos propusimos ser un aguijón molesto sobre los organismos responsables.
Apenas de iniciado nuestro caminar nos llegó una gran noticia, se decretaba el estado de adoptabilidad de 3 hermanos que hacía mucho tiempo que estaban en el hogar y no avanzaba su egreso. La alegría de los padres adoptantes, de los niños y nuestra fue inmensa. Lo que para muchos de los niños que estaban viviendo ahí parecía que no iba a pasar nunca, un día pasó y empezó a cambiar sus historias, todos nos llenamos de esperanzas y alegría, porque sabíamos que, aunque era difícil y trabajoso, si éramos perseverantes lo íbamos a lograr y aunque no se respetaran los 180 días, lucharíamos para que se logre.
Y detrás de esos primeros 3 egresos, luego vino otro, y después 2 hermanos y otros 3 más y así, los egresos comenzaron a ser una realidad que nos llena de felicidad y esperanza y, en cada despedida lloramos de alegría y se va en cada egreso parte de nuestra vida y nuestra historia y nos sigue confirmando que para esto estamos y que esta es nuestra opción y compromiso. En estos 3 años ya llevamos 47 egresos.
Primeras fiestas
Con respecto a cómo celebrar la Navidad y el Año Nuevo, una opción era que nosotros vayamos al hogar a celebrar con ellos, pero nos preguntamos si eso era realmente significativo para los niños o solo era algo nuevo para nosotros, que en definitiva pasaríamos un rato con ellos y luego volveríamos a nuestros hogares.
Entonces decidimos que sean los niños quienes vayan a nuestras casas, que puedan hacer la experiencia de fiesta en familia, que puedan tener la ilusión de la llegada de papa Noel, que puedan quedarse hasta la hora que el sueño los venciera y al otro día despertar y seguir festejando. Fue un gran desafío, en ese momento eran 28 niños y niñas y la generosidad de autoridades, directivos, equipo técnico, educadores, referentes y amigos lo hizo posible. Cada niño o cada grupo de hermanos iba a pasar las fiestas en la casa de alguno de nosotros.
¡La emoción de ellos cuando les comunicamos la noticia! Sus ojos brillaban de alegría, se podía percibir en el aire que la situación era una gran noticia para ellos. Recuerdo que el 22 de diciembre una de las nenas me dijo “no veo la hora que sea el 23/12 a la noche” yo le pregunté ¿Por qué si ellos se iban el 24/12? Y su respuesta me desarmó “quiero que sea 23 a la noche porque me voy a dormir con la alegría que el 24 me voy a ir a pasar las fiestas con una familia”.
Esta experiencia nos marcó a todos y así cada año se repite este ritual.
Un gran dolor nos atravesó
Durante 2018 un acontecimiento doloroso nos marcó profundamente, fueron días de dolor, desconcierto, de cuestionar todo nuestro camino, nuestros roles. Fueron tiempos de angustias profundas y de mucha confusión.
Tuvimos que atravesar la crítica interna y externa. La alegría, esperanza, energía y convicciones que habían marcado los años previos parecían desvanecerse.
Y ahí también los niños dieron las pistas y enseñanzas; porque a pesar de todo lo que ocurría ellos seguían confiando, seguían siendo felices, seguían sintiéndose protegidos y apapachados.
Toda la oscuridad que nos rodeaba era siempre iluminada por ellos. Y así por ellos y para ellos pudimos salir adelante. También hubo un equipo unido y fortalecido que, pese al dolor que partía, seguía sin bajar los brazos. Hoy, eso es solo un recuerdo doloroso, pero nos enseñó que defender y cuidar a niñas y niños exige de nosotros una capacidad de entrega y compromiso, que aún en medio del dolor hay que seguir. Esa enseñanza nos la dan cada uno de las niñas y los niños todos los días.
Los últimos egresos
Cuando llegamos al hogar en 2016 había 13 niños y niñas, al finalizar 2018 de ese grupo todavía quedaban 3, eso nos producía un dolor profundo y a veces la sensación de que nada alcanzaba. Pero como en esos cuentos de hadas donde de repente un hada madrina o un príncipe cambia la historia de dolor, ese dolor que sentíamos se comenzó a transformar en esperanzas y de pronto, todo fue alegría, porque estas niñas que hacía muchos años esperaban una familia, les llegó la justicia y, lo que estaba trabado durante años, se comenzó a destrabar. El 1° de febrero de 2019 egresaron las últimas 2 de ese primer grupo de niñas / niños, maestros de la vida.
Claro que estos últimos egresos nos ponen ahora en el desafío de los que todavía quedan por egresar, sobre todo algunos que los tiempos se alargaron demasiado.
Pero sentimos que el egreso de las últimas 3 nenas de aquel primer grupo ha dado inicio a una nueva etapa. Nuevos desafíos, nuevas propuestas, nuevos proyectos, pero las mismas certezas y compromisos.
Hoy cumplimos tres años y nuevamente nos encontramos abrazándonos, en este momento con 24 niñas y niños, el más chiquito apenas 6 meses, el más grande apenas 9 años; en cada uno de ellos, historias profundas de dolor; en cada uno de ellos sueños y esperanzas; en cada uno de ellos nuevos hitos que hacen nuestra historia.
Son tiempos difíciles, no siempre encontramos respuestas; no siempre las autoridades gubernamentales que son los garantes de derechos de niños y niñas están a la altura de los desafíos que la infancia requiere, no siempre las fuerzas y los brazos son suficientes para contener tanto dolor y trabajo.
Pero seguimos comprometiéndonos por ellos, seguimos creyendo que hay que dar todo por ellos, seguimos optando por ellos, seguimos abrazándolos a ellos. Y aunque en esto se vaya la vida, no renunciaremos, no claudicaremos jamás, hasta que cada uno de los niños y niñas que pasen por nuestro hogar se sientan apapachados (abrazados con el alma) y restituidos todos y cada uno de sus derechos.
Y por último, queremos invitar a todos los que creen que otra sociedad es posible, a que nos acompañen, que se sumen a nosotros, que nos ayuden a “dar abrazos que, aunque no resuelven nada, son un modo de decirle a la adversidad que no, que no va a poder con nosotros”.
Carlos Caballero
Presidente de Asociación Civil GES